Creación propia |
La membrana plasmática es una fina película de 75 Amstron de grosor, que
rodea la célula y la separa del medio externo. Está compuesta por una doble
capa de lípidos la cual se asocian una serie de moléculas proteicas, donde
podemos encontrar fosfolípidos y glucolípidos, colesterol y proteínas. Los
fosfolípidos y glucolípidos tienen la tendencia de girar sobre sí mismos y
pueden desplazarse de la capa lipídica. Esto origina una fluidez de la membrana
que le permite adaptarse a las condiciones del medio. Por otro lado, el
colesterol mantiene la estabilidad de la bicapa e impide que los lípidos de
membrana se unan entre sí. A continuación, dentro de las proteínas, observamos
las proteínas intrínsecas, donde se aprecian las proteínas transmembranosas
(total o parcialmente englobadas a la bicapa) y las proteínas extrínsecas
(adosadas a la bicapa y son solubles).
La membrana plasmática presenta dos propiedades: estructura dinámica y
asimétrica. En primer lugar, la primera propiedad permite a las moléculas
desplazarse lateralmente, lo que hace que la membrana pueda autorepararse si
sufre cualquier tipo de rotura. En segundo lugar, a la segunda propiedad
pertenece el glucocálix y los receptores de membrana, que se encargan del
reconocimiento de las moléculas externas.
Por último, algunas de las funciones más importantes son la regulación de
la entrada y salida de moléculas en la célula y de iones, el reconocimiento
celular, la actividad enzimática, la intervención en la transducción de señales
y la creación de uniones intercelulares y los puntos de anclaje. Todas ellas
permiten que la membrana plasmática, realice diferentes funciones dentro de
nuestro organismo.
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